A solo un paso...

La ángel se acercó al mago que sólo había quedado en su agotamiento. Se sentó junto a él y lo abrazó.
-¿Estás bien? –le preguntó.
-Sólo faltan 3 días y mil cosas para hacer –suspiró el mago.
Ella lo besó y pronto sus alas volvieron a brillar en dorado y azul.
-Ahora tengo la fuerza que me faltaba…


Tomó las hombreras, y las acomodó. Luego las grebas de piernas y brazos, y para finalizar su pechera. La armadura se había complementado con la túnica naranja y le había dado fuerza para el último tramo. El mago volvía a ser guerrero, y ahora tenía que buscar a sus compañeros.
Allí, donde el rey una vez los llamó a los tres, ellos se volvieron a reunir. Las estrellas brillaban como aquella noche, y el faro con la fuerza del sol. Los tres portaban armaduras color dorado y naranja, y portaban sendas alas. Las del lector estaban encendidas en llamas de fénix; las de la pintora eran de un color blanco intenso, casi que costaba verlas directamente; mientras que el mago tenía plumas doradas. Algo en común tenían los tres, sus plumas estaban desaliñadas y hasta algunas rotas.
Mientras los tres contemplaban el mar, esperando los botes con los que se estaban animando a ser luz, el delegado del Rey se paró junto a ellos. Los tres lo miraron y notaron la cantidad de personas que estaba ahora detrás. Muchos estaban preparados para este servicio, brillando con la misma intensidad que el faro. Entre esa multitud, la amada ángel del mago y el león, fiel amigo, le sonrieron. Y cuando se quiso dar cuenta, todos estaban sonriendo.
Entonces apareció el Rey frente a todos.
-Saben bien que yo lo podría haber hecho solo, que soy yo el que salva las almas y las llena de luz. Pero los elegí a ustedes para que se empapen de mi luz, que saque provecho de esto y sean los faros que ya son y no explotan. Ustedes ya se animaron a ser luz, ahora contágienla a estas jóvenes almas, cárguenlas de amor y esperen por mi providencia.
Entonces todos brillaron y si uno miraba desde lejos, resultaba fácil saber dónde se encontraban.
 

Los tres hablaron como si fueran una sola voz, y aunque no fueron muchas palabras…
-Nosotros somos lunas reflejando la Luz, ustedes son lunas que reflejan la Luz… ¡Demostremos al mundo de lo que es capaz tanta luz junta!


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