Siguiente paso...
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Se volvió hacia el horizonte y allí quedó. No se movía, ni el viento movía sus ropas. Los meses pasaron y la última batalla, pese a haber sido un triunfo, no lo dejó bien. La vida lo había llevado a moverse de lugar, había comenzado a compartir la vida con su ángel. Pero algo no funcionaba, algo hacía que no sea feliz… o no del todo. No hacía mucho que había pedido al Rey que no lo lleve al nuevo entrenamiento de almas. Tampoco hacía mucho que sintió que nadie respetaba su trabajo para el reino. Estaba triste. Entonces el viento movió sus ropas, y el Mago Naranja sintió la presencia del Rey. Se volvió hacia la derecha y lo encontró sentado sobre una roca. Tal como siempre, parecía estar seguro de lo que hacía. -¿Qué hago? –preguntó el Mago. -Vive –respondió el Rey. -Pero ya no te soy útil, parece que mis fuerzas ya no son suficientes para lo que me pedís. -¿Y cómo sabes lo que te pido si no te lo he dicho? -No entiendo… -Por ahí no es necesario entender. Vive… Inten...