Viajar a la Montaña
En los límites de las tierras celestes y blancas, hay una pequeña porción de mundo fácil de amar. Hay que meterse entre las montañas y llegar hasta donde al sol le cuesta entrar.Allí las nubes salen de atrás de las pareces, acechantes a las almas que no le temen. Los vientos se arremolinan juguetones, sin darse cuenta de su fuerza; mientras la luna cuenta historias a las estrellas, que se juntan ansiosas por iluminar lo que el sol no puede. Los árboles son ancianos sabios, que saben de leyendas y verdades, saben de curar y sanar, saben que en ellos viven las almas de los ancestros. Y el agua es caprichosa, pero generosa para todos. Y allí, en un costado, una columna gris sostiene el cielo. Desde una boca de calor, espíritus de fuego roncan amenazando despertar, iluminando una pequeñísima parte del cielo nocturno. Ese es mi paraíso, hoy.