Almas Amigas

Almas, eso era lo único que lograba ver en su nueva situación de Mago. No recordaba cómo moverse, cómo actuar, cómo ser más sabio. La túnica naranja le pesaba más que la antigua armadura dorada. Se movía lento, contrario a como creía que se iba a mover.
Se fue solo, se refugió casi frustrado. Tocaron la puerta y entraron sin esperar respuesta. El Rey entró y se sentó junto al Mago. La túnica estaba tendida sobre la armadura.
-¿Acaso tienes miedo? –le preguntó el Rey-. Te advertí que tendrías que sacrificar lo que nunca sacrificaste.
-Me dijiste que no tenga miedo de sentir miedo. Pero me supera. No estoy acostumbrado a usar este manto naranja –contestó el Mago.
-Viejo Guerrero Dorado, deja de pelear contra la nada. Porque tu nuevo lugar es el de Mago, harás magia. Ya ganaste tu lugar, encontraste tu hogar en una tierra lejana, te hiciste fuerte, y por sobre todo lo demás… aprendiste a perdonar y olvidar.
-No soy un camaleón que puede cambiar tan rápidamente de color, ni una serpiente que muda de piel –reprochó el Mago.
-No, sos un servidor de tu Rey. Sos una de las personas que más rápido tuvo que fortalecer su espalda para poder cargar con mis aventuras. Hasta tuviste la fuerza de dejar que me quede con tu mentor como mi ángel. Sé que tenés la fuerza para llevar esta túnica.
El Mago Naranja se vistió y salió. Allí estaban ellos. Esperaban su salida para acompañarlo. El León, el Fénix, la Elfo, y dos que tal vez antes no había notado. Los reconocía, hacía años que los veía junto a él, pero nunca percibió sus almas como lo hacía ahora. Ella era un hada, con sus ojos claros iluminaba todo. Él era un gigante, con sonrisa de hermano.
-Aquí te esperan tus hermanos para ponerse sus indumentarias y que por primera vez dejes de verlos como almas y aprendas a verlos como hermanos –dijo el Rey.
Entonces tomaron sus formas humanas y sus colores se manifestaron con toda sus fuerzas. Todos giraron hacia donde el sol se estaba poniendo y notaron que alguien más se acercaba.
-¿Quién es, mi Rey? –preguntó el mago.

-Tal vez sea hora que aprendas otras cosas, mago naranja.

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