Pescar

      Volaba bajo, estaba débil. Parecía que no había esperanza. Era raro tener que irse a otras tierras para poder alimentarse, y cuando el hogar estaba en el horizonte recordar que a las propios pagos no había nada con que saciar el hambre. Entonces, se llamó a la Reunión de las Bestias.
Primero se juntaron el Oso Blanco y el Águila Dorada. Había que encontrar una solución, lo tenían claro. Entonces, decidieron ponerse a trabajar. El Oso Blanco dio el visto bueno al plan de pesca del Águila, y se dieron cuenta que no podían solos.
      Entonces el ave voló alto. Buscó y buscó, y entonces lo recordó. Allí, en los límites de las tierras justas, había seres dispuestos a trabajar. Eran almas puras, llenas de vida. Y entonces lo recordó, en las otras tierras, donde el alimento abundaba, había otras almas que sabía estaban preparadas para el duro trabajo que se avecinaba.
      El Águila Dorada los llamó a cada uno. Las almas acudieron a su llamado y pronto se congregaron en medio de las tierras justas. Para el Águila, algunos ya tenían forma, ya habían develado el mas puro de sus dones. Otros, todavía no se mostraban completamente, eran todavía brillos incandescentes de luz. Había un León de Plomo, un Oso Pardo, un Jilguero Negro, una Lechuza de Plata, un Búho de Bronce. Estaban el Oso Blanco, y dos Elefantes Blancos, un gran Perro de Tierra, y el Ciervo de Plata. El resto aún eran luces de distintos colores, brillantes y hermosas.
      Tras observarse un rato, el Águila Dorada finalmente habló. Contó sus miedos, su proyecto, y la proyección. Entonces todos simplemente dijeron "SI". Se había puesto en marcha el proyecto de alimentación de almas mas grande en muchos siglos en la tierra justa: Pescar.

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