Fantasmas de un Águila
Durante mas de un año no lo entendí. La miraba desde lo alto, envidiandolo a él, quien la hacía feliz. Me pasaba horas haciendome las mismas preguntas una y otra vez. Entonces Él me llamó... tenía una misión preparada para mí.
No quería, no tenía porque enviarme a mi a hacer eso. Pero por algo Él me lo encomendó.
Miré hacia abajo, y comencé a descender rumbo a cumplir mi misión. Cuando llegué, parecía que no había nada preparado para mi.
Miré hacia los costados de la habitación con la esperanza de encontrar una señal. Los muebles estaban acomodados distintos de como yo recordaba. No había nada que me indique qué hacer.
Entonces ella entró mas bella que nunca. Su cabello flotaba en el aire mientras sus ojos reflejaban el amor hecho carne. Él entró detrás, con paso seguro y una sonrisa. Él era el objetivo...
Si no había nada listo, quería decir que lo tenia que inventar yo mismo. Entonces, sería a mi modo...
Observé mis alas y tomé la decisión. Ella no perdería mas nada...
Tenía miedo, mucho miedo. Las manos me temblaban y los ojos se me llenaban de lágrimas. Esta vez miré hacia arriba, consciente que me observaban.
Mientras, ellos se acomodaban en la casa, miraban qué comer, se cambiaban la ropa. Él la acariciaba y ella lo besaba. Sentí la envidia.
-¿Que te pasa? -preguntó ella.
-No lo sé -contestó él tirándose en el sillón y agarrandose el pecho...
-Llamo la ambulancia -dijo desesperada, recordando lo que un año atrás había pasado.
-No, dejá... ya pasó...
Entonces ella dejó caer el teléfono al verlo. Detrás de él, una figura alada la observaba con esos ojos que ella nunca olvidaría. Pero algo raro le sucedía al ángel, algo en sus alas.
-¿Qué mirás? -le preguntó él mirando hacia atrás. También los encontró. Se sobresaltó y largó un insulto al cielo.
El ángel los miró a ambos mientras sus alas se deshacían pluma por pluma. Luego sonrió y señaló el pecho de ella. Luego solo desapareció.
Ella tocó su pecho con las manos temblorosas. Una cadenita cargaba con un corazón de oro blanco, en el que se leía con claridad "Te amo".
Facundo Román Santos
El Águila Dorada
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